De los pasos en falso y algunas caídas aparatosas…
Esa sensación tan peculiar y humana de haber tomado
un mal camino y tropezar, llevarse un duro golpe y descubrir que lo que nos duele
más no es el terrible raspón de la rodilla, si no las miradas enfocadas en la
escena chusca, las sonrisas escondidas de los más discretos y algunos murmullos
que se limitan a preguntar si te
encuentras bien cuando es evidente que no, pues acabas de hacer el ridículo
ante un grupo de gente desconocida, que además tu ves como si fuera todo el mundo
atestiguando tu brutal caída. Esto en el mejor sentido de que no hayas mostrado
algo más que bizcos mientras tratabas de que el golpe contra el
piso, fuera menor.
Volviendo al tema de los tropiezos, no hay uno peor
que negarse a si mismos tratando de aparentar algo que no se es, de competir
con otros como si no hubiera más pan para compartir. El ser es único en toda la
extensión de la palabra incluso en su forma de cometer errores, por que nadie
hace lo mismo que otro con la misma exactitud, entonces cuando caes asegúrate de
levantarte con tu propio estilo, de reírte de aquello que no salió bien y
volver a comenzar, finalmente aunque ames lo que haces puedes equivocarte pero
si sabes reconocerlo y volver a comenzar la misma pasión con la que lo intentes
te puede llevar a la perfección.
Todos somos diamantes en bruto, a veces con formas
extrañas y poco comunes, pero finalmente los más convencionales suelen ser los
más admirados y codiciados. Si un día llegases a tropezar, levántate con la
frente en alto y sonríe si así lo sientes, algo grandioso esta por venir.
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